07 junio 2005

Abuelito ¿ me podrías decir?

- ¡ Esto si que no lo entiendo! - en la voz de Claudita se palpaba el fastidio
- ¿ Qué era consumismo...? No recuerdo nada de lo que dijo la " tía" y mi mamá no está para preguntarle ... ¡Cómo voy a hacer la composición! ... ¡ Ah! ¡ El tata ! Lo voy a despertar.
El abuelo no dormía. Sentado en su mecedora, porque era de los antiguos, escuchaba la sinfonía del jardín, en especial el gorjeo de una alondra que endulzaba una nueva serenata. Además contaba las rosas, plasmándolas en su alma de poeta.
- ¿ Qué es el consumismo? - las palabras de la niña dieron variedad a la música, haciéndole perder su cuenta. La miró con bondadoso cariño. Siempre era un regalo de la vida conversar con ese torbellino de preguntas. Mañana contaría las flores, quienes amaban permanecer siempre en el mismo lugar.
- ¡ Consumismo! - exclamó pensativo - Esto viene de consumir. Veamos ... puede ser usar, quizás comer ... ¡ Por ahí debe andar la cosa: comer!
Y sonrío satisfecho de esa conclusión que le permitía iniciar un nuevo juego con la pequeña.
- Tú debes consumir mucha comida para que crezcas sana y bonita.
La niña lo miró asombrada.
- abuelito, la " tía "dice que el consumismo es malo.
- ¡ Cómo va a ser malo comer! Si no lo haces te enfermas y mueres.
- Es cierto - reconoció Claudia, perpleja - pero en la escuela dicen algo sobre zapatillas...
Y abriendo su cuaderno aclaró con la gravedad aprendida de sus padres:
-Aquí dice que no debemos comprar todas las zapatillas que ofrecen en las tiendas, ni todas las muñecas ... ¡ Qué raro!
- Yo lo encuentro muy gracioso -el abuelo gozaba con la imagen creada en su mente - ¿Donde meterías todas las muñecas que ves en las vitrinas? Con todas ellas aquí, no podríamos caminar por esta casa. Y si fueran zapatillas, tendríamos que comer y dormir encima de montones de zapatillas. ¿ Puedes imaginar el salón lleno de carteras, ternos y vestidos comprados sin necesidad y que ya no caben en los roperos?
Claudia tenía sus dudas. Miró una vez más su cuaderno y recalcando las palabras que le parecieron importantes leyó:
- No debemos pedir a los padres que nos compren muchas cosas para no hacerlos gastar plata.

¿ Qué crees tú, abuelito?
El anciano reía con disimulo ante el exagerado énfasis puesto en la palabra " padres."
- Pienso que hay cosas más peligrosas que gastar dinero. ¿ Te acuerdas de ese cuento donde dos hermanas le piden a su papá, quien se iba de viaje, que les trajera lujosos vestidos a cada una, en tanto la más pequeña, por cuidar de su dinero, sólo le encarga una rosa? El hombre gastó unas cuantas monedas de oro, tenía muchas en la bolsa, y compró los vestidos, pero cuando quiso coger la rosa, que indudablemente era más valiosa, se metió en un gran lío.
- Pero esos son cuentos - sonrió la niña deleitándose con el recuerdo de la historia escuchada a menudo de esos labios cariñosos, antes de dormir.
- Si- dijo el abuelo - pero aún así debes recordar que hay valores que no se pueden obtener con dinero. Este cuento que tanto te agrada es uno de ellos. Es un regalo que te hago ciertas noches y que no podrías comprar si yo no quisiera obsequiártelo. Es muy tuyo porque la historia va unida a mi voz y a mi cariño, tal como un gatito regalón va inseparable de su ronroneo satisfecho. En realidad es mi cariño quien la toma de la mano, cuando tus ojos se cierran en las noches, para que tengas sueños lindos. En una cajita, dentro de tu corazón, la guardarás toda tu vida unida a mi recuerdo. Ni un solo peso hemos gastado para obtener ese lazo de ternura que nos hará encontrarnos, siempre, en las estrellas. Unas palabras enriquecidas por el amor y tu ansiedad de fantasía han bastado. Podría llenar tu cama de muñecas en vez de regalarte cuentos unidos a mis palabras. Te divertirían un tiempo. El necesario para aburrirte de ellas y habrías jugado sin recordar a tu abuelo ni a las hadas y duendes que te enseñó a amar. Luego, cansada de esas muñecas las detestarías y de bellas un día, pasarían a ser feas, deseando, por consiguiente ,jugar con otra cosa, la que una vez obtenida volvería a aburrirte, porque el exceso de objetos siempre cansa. ¡ Son vacíos ! Se cambian tan a menudo que no alcanzan a adquirir un alma.
Mira esta vieja silla - continuó refiriéndose a su mecedora - debe tener cuatro veces los años de tu vida. Para mi no es una silla: es " mi silla" repleta de añoranzas y de mutuo afecto. El día en que se rompa me sentiré muy triste; de seguro voy a llorar por haber perdido a esta vieja amiga que por años supo de mis alegrías y mis penas. Es como un perro. Al balancearme en ella... bueno, estoy divagando ... este es tema para que conversemos otro día... ¿ Y por qué crees que la gente siempre desea adquirir objetos nuevos? Tomemos de esa forma el consumismo.
- Yo pienso - dijo la niña después de reflexionar un momento - que dan ganas de tener las cosas lindas que se ven en la "tele". ¡ Hay tantos juguetes! ¿ Cómo era en tu tiempo cuando no existía la " tele", tata ? ¿ Cómo podían elegirlos si no se los mostraba nadie?
- ¡Ah! Por ahí vamos llegando, Claudita. Verás. Cuando mi mamá podía comprarnos algún juguete, ropa o lo que fuera, nos llevaba a las tiendas. Allí buscábamos lo que nos interesaba obtener y en el momento adecuado, cuando nos hacía falta. Te aseguro que cada compra era una fiesta de alegría y cariño. La dicha empezaba muy temprano, con la idea de lo inesperado, continuaba al salir de la casa, luego en el escaparate de la tienda, después en su interior para aumentar de regreso al hogar.... ¡ Con qué entusiasmo abríamos esos paquetes, que eran muy pesados, porque además de su contenido material, portaban el asombro de la novedad y el amor de quienes habían usado sus monedas para darnos una felicidad !
La niña lo miraba extasiada saboreando cada una de las mágicas palabras que le prodigaba, las que habían formado su mundo encantado desde aquel tiempo en que dormía en una cuna.Luego su infantil torbellino se detuvo unos instantes para meditar, agregando luego maliciosa,en tanto rozaba su carita de seda con aquella donde los años eran luces:

- ¿ Sabes. tata? Quiero para mi cumpleaños un paquete grande de globos amarillos inflados con canciones (Adriana Monsalve)

No hay comentarios: