06 junio 2005

INSOMNIO DE DOS MUJERES
Insomnio de Susana! Dormir. Dormir! Lo que anhela mi espíritu cansado. Tener ese olvido que el sueño piadoso nos regala. O quizás, si la piedad fuera mayor, soñar... Inconsciente, amigo mío, obséquiame un panorama hermoso por esta noche. Ya no quiero llorar más.Vencida, tomo del cajón de mi velador la tableta tranquilizante que ayudaría mi deseo.Me acurruco en la cama, desvalida. Siento ya hundirme en el misterio arrobador que cada noche nos trae ese pedazo de muerte redentora. Y casi a punto de perderme en sus profundidades celestiales, vuelvo a escuchar mi nombre emanado de tus labios. Nuevamente su voz en el interior de los oídos. Ansiosa, trémula llamándome desde lo incógnito. Más, de pronto me despierto. Son burlas lo que escucho; atrás quedaron las palabras anheladas. ! No, así no te quiero! No esa voz que martiriza. Debes venir a mi en un juego radiante, como lo hacías en la playa. ¿Recuerdas ese caer derribados por las olas? ¿Recuerdas como reíamos abrazados, los cuerpos bañados de mar, y nos besábamos entonces, saboreando la sal en nuestros labios, sabiendo esos instantes un preludio al erotismo vivido cada tarde.? Tus manos. Necesito tus manos deslizándose por mis intimidades. Casi las siento, siempre tibias recorriendo mis pechos hoy entristecidos. Tus manos eran sucias. Ya no las deseo. Manos pecaminosas que pensé sólo mías . ¿Por qué antes trazaron surcos en la piel de otro cuerpo? ! Quiero dormir ! Lo necesito. Una semana ha sido mucho.Nos amábamos. Eras tú ese paraíso que llagaba a mi volando como éxtasis de cielo. Y bastaba una sonrisa para sentirme acariciada, tan sólo una sonrisa y me hundía en ti, sintiendo lo glorioso del encuentro.¿Era sólo yo quien entera palpitaba? ¿Fui una más entre tus brazos traidores? Sueño de noche de sábado te niegas a cerrar mis párpados agotados de angustia, dejándome tan sólo la hiel del desengaño.- ¿Cómo te llamas? - fueron tus primeras palabras. Triviales pero en ti maravillosas. Desenterrábamos machas en la playa de Maitencillo y fue el empuje de una ola que me llevó a tus brazos. Nunca más quise salir de ellos.Me revuelvo entre las sábanas sintiendo la impotencia rabiosa del infierno. Amores de verano, sé , si sé lo que son. Efímeros. Alas de mariposas, pero yo quemé las mías tratando de ir al fondo de tus ojos, que engañosos prometían. ¿ Por qué te amé de esa manera? ¿ Existe acaso un libro del destino donde obligaba que así fuera ? Yo, la diosa inalcanzable, yo, la diosa misteriosa, la complacida, la caprichosa.Enciendo la lámpara del velador y entre el desorden del cajoncito tomo unas fotos. Cavilo con ellas entre las manos. Quiero besar sus rostro amado que desde el cartón, habla de mentiras. ! No debo sentir pena! No, no y no. Mañana todo esto habrá pasado .Lo miraré cuando pase por mi lado saludándolo casual con un movimiento de mi mano. Y sonreiré. Deberá creer que también fue mi diversión. ¡Si! ¡Eso! Una diversión apasionada de un verano en que nos enlazamos ardientes en la playa. Le diré que tengo novio y estaremos a la par.- ! Maricón! Podría contarle a su mujer, pero no. Nunca haré el ridículo de reconocer que fui engañada. Si él es casado, yo también habré vivido una aventura. Sentada en la cama esperé resignada las luces de un nuevo amanecer.Insomnio de SofíaCerca de las diez de la noche, agotada me fui a la cama. Acompañada del guatero, amigo inseparable del invierno, no fuera que el frío me impidiera dormir.La delicia de gozar una hora de mi placer exquisito: dejarme adormecer por suave música escuchada con fonos. Una vez adormilada me los quité con el movimiento torpe producidos por los párpados a punto de caer, y, vaya sobresalto. Mi gentil música fue bruscamente reemplazada por el ritmo enloquecido de una sopa de caracol. Llegaba desde lejos, aunque audible, espantosamente audible. - Los vecinos del cuarto piso - reconocí enojada, pensando en los dos jóvenes que recién vivían en el edificio - tienen que ser ellos. Hasta cara de cumbia les hallé al conocerlos.Tiré el guatero lejos de la cama. Su calor había dejado de ser grato y menos grata fue la cumbia de Don Goyo que a continuación aumentó mi ya espantosa indignación. - ! Mierda ! Taponé mis oídos con algodón colocando sobre ellos los fonos sin música. Inútil. El endiablado ritmo rompía todas las barreras para hacerse audible. Habré dado unas veinte vueltas en la cama y otras tantas a la almohada que se calentaba insoportable. Necesitaba ese sueño que me estaban robando. Me cubrí la cabeza con el plumón. Tomé del velador una tableta tranquilizante, que tragué junto a un vaso de agua. Su poder hipnótico fue inferior a la rabia que me posesionaba gigante desde la cabeza a los pies.¿ Qué podría hacer? Empecé por estirar las sábanas de la cama que sin mi consentimiento bailaban una cumbia completamente enrolladas.- Creo que lo mejor es leer - me dije resignada a las circunstancias. Ilusa. El texto bailaba en mis manos en tanto la música colombiana aumentaba su volumen. Fumé un cigarro. Error. La habitación quedó apestosa. Carabineros 133. Eso haría aunque fuera de roto. Estaban los fiesteros rompiendo las leyes de buena convivencia. A la quinta llamada ocupada supe que ese no era el camino, por fortuna .Sería a todo esto cerca de las cuatros de la mañana y el sueño se había evaporado. Justo cuando vi la hora, la cumbias terminaron, pero ya era tarde incluso para la ira.Sentada en el living y muy cansada vi el esplendoroso amanecer.(Adriana Monsalve)

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